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10 noviembre 2013

Los Efectos del Terremoto de Lisboa de 1755 en Huelva.

Este articulo esta basado en su mayor parte en un trabajo titulado: Los efectos en España del terremoto de Lisboa (de noviembre de 1755)", editado por la dirección general del instituto geográfico nacional del ministerio de Fomento, cuyo autor es: José Manuel Martínez Solares, en el año 2000. Cuyo vinculo es:


Aunque se le conoce como: El terremoto de Lisboa no tuvo su origen en la capital portuguesa, se le dio este nombre porque fue allí donde causo mas estragos. Sus efectos devastadores, alcanzo a toda la península Ibérica causando 1.275 victimas mortales, sintiéndose también, en  gran parte de Europa, aunque con menos intensidad. Se puede decir que después de este seísmo, se comenzó a desarrollar la Sismología a moderna. A continuación del  terremoto, se  produjo un maremoto que también afectos a gran parte de las costas europeas, africanas e incluso a las americanas.

Existe, aun, mucha controversia sobre la localización de su epicentro, todos los estudiosos del tema coincide en que se produjo entre 36º a 39º Latitud Norte y aproximadamente 10º  Longitud Oeste. En este trabajo plantean la siguiente coordenadas: 36º 30´N - 10º 00´W. Otros autores lo localizan en el Banco de Gorringe.

  
Epicentro del Terremoto de Lisboa, 1755.


Efectos del Terremoto de Lisboa en Huelva.

La hora en que se sintió el terremoto en Huelva fue a las 09:52 hora local,  55 minutos después llegaría  el maremoto, causando este más victimas que el terremoto. Por estudios que se han realizado con posterioridad se puede decir que este terremoto alcanzó  una magnitud en las Escala Richter de entre 8º y 9º. Con una duración de 8 a 10 minutos.


Sobre las victimas que causo esta catástrofe natural hay muchas estadísticas, y no todas tienen un alto grado de fiabilidad. En este trabajo y teniendo en cuenta la mayor fiabilidad  se enumeran algunas localidades y numero de victimas.

En Ayamonte a consecuencia del terremoto, murieron 2 personas sepultadas por escombros de las edificaciones y 400 ahogadas, ascendiendo las victimas a 402.
En Huelva, murieron 8 personas sepultadas por los escombros y 66 ahogadas, haciendo un total de 74 victima.
En Trigueros murieron sepultada por los escombros de las edificaciones 3 personas.
En Lepe murieron ahogadas 203 personas.
En la Redondela, murieron ahogadas 276 personas.

El  8 de noviembre, el Consejo Supremo de Castilla requirió al Corregidor de Huelva para que le informara de los daños materiales y victimas personales que  había producido el Terremoto de Lisboa de 1 de noviembre. El teniente de Corregidor, Licenciado Don Bartolomé Ramos Dávila, remitió un amplio informe con fecha de 2 de diciembre, del que transcribo tal cual aparece en este trabajo, no he querido omitir nada por el tono de la narración y su abundante información.

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Transcripción del Licenciado Don Bartolomé Ramos Dávila:
  
El día primero de noviembre amaneció claro en esta villa, y tan sereno, que puede decirse que empezó con calma; a las siete de la mañana se reconoció un poco de viento Norte, que fue de costa huracán; y a la misma hora se fue levantando una niebla poco gruesa que, con el calor del Sol, fue disipada brevemente; lo que no sucedió a las que en las mismas horas se experimentaron en los cuatro días antecedentes, en que fueron más durables, porque encontrando el Sol, al tiempo de salir, los horizontes menos despejados, tuvo menos fuerza y comunicó más escaso su calor.

A las nueve y cincuenta y dos minutos, estando el mar en tres horas y medio de creciente, y continuando la calma, se empezó a sentir un espantoso ruido subterráneo, a que siguió inmediatamente el movimiento de la tierra, y habiéndose éste suspendido por algunos pocos instantes, repitió con una fuerza superior a toda ponderación, durando con la misma el largo despacio [sic] de nueve a diez minutos. Aunque en todo este tiempo fueron contínuos y muy violentos los movimientos de la tierra, se advirtió en ellos la diversidad de ser unos vibratorios y otros pulsatorios, experimentándose que estos últimos ocasionaron la mayor ruina, derribando hasta los más robustos edificios, y causando el general estrago que reconocerá V. S. I. por el adjunto plan,que le remito, para [que] más bien reconozca el infeliz estado, a que ha quedado reducida esta villa, que era por su hermosura las delicias del Condado, por su puerto el más seguro paso para dar salida a sus frutos, y por su comercio con Cádiz, el más cómodo depósito de todos los géneros precisos para el uso de la vida.

En esta triste situación, afligido el vecindario con la vista del lastimoso [sic] catástrofe de este bello pueblo, se retiró lleno de pavor y espanto, a la Marina, para asegurarse en ella de los riesgos que amenazaban los edificios. Y cuando se consolaban con esta confianza, se halló expuesta a nuevos y mayores peligros.  Tres cuartos de hora después de terminar el terremoto, se conmovió furiosamente el mar, y empujó las aguas sobre las costas de manera que se creyó era preciso que quedase anegado todo el pueblo, y dejando a la consideración los efectos de esta nueva tribulación  y susto, sobre el horizonte del primero, que todo preservaba a la memoria, la imagen funesta de El Callao, de Lima, se debe notar que aunque la situación de esta villa dista dos leguas de la barra, se vieron venir montañas de agua, y correr precipitadamente por las marismas. Que el río salió de su curso, entrando sus olas hasta las primeras calles, quedando inundados los llanos y muy averiadas las embarcaciones. Asimismo se notó que el primer movimiento del mar fue retirarse sobre sí mismo dejando descubierto más de un cuarto de legua de playa, y que después se precipitó, con mayor enojo, sobre la costa, arrancando y destruyendo cuanto le podía hacer resistencia. 

El orden regular y uniforme de la mar no se encontró hasta las veinte y cuatro horas, porque en todo este tiempo mantuvo el mar muy extraordinario movimiento. El violento sacudir incierto de las olas fue perdiendo por grados e impulso, y las costas se fueron descubriendo aunque con notable variación de su aspecto en muchas partes.

El sitio llamado la Mojarra, ante esta villa y Ayamonte, que era el más conocido para la pesca de sardina, quedó inundado, de modo que apenas se descubre, y la barra del río de Terrón la cerró y trasladó su boca, a otra parte distante dos tiros de fusil de donde antes estaba.

Aunque las aguas del mar entraron en el pueblo más de un tiro de fusil, hasta llegar a la parte que llaman la Plazeta, no causaron en él daño alguno; pero ha sido muy grave el que se ha seguido al vecindario por las inundaciones de la costa.

La pesca de sardina, que es uno de los ramos más considerables del comercio de esta villa, era la ocupación a que estaba dedicada por entonces mucha parte de sus vecinos. Y cuando se lisonjeaban con el gusto de la feliz temporada que se iba experimentando, se hallaron con el dolor de ser perdidas sus jábegas, y obligados los interesados a volverse desnudos y en la mayor miseria, dejando ahogados en la playa sesenta y seis de sus compañeros, siendo tanto más irreparable este perjuicio cuanto eran muchos de ellos los más prácticos en la dicha pesquera que, con dificultad podrá restablecerse, así por lo expresado, como por haberse perdido enteramente estos costosos armamentos con muchos caudales de los tripulantes que hacían sus empleos en la dicha especie, para llevarla a diferentes puertos del Reino, donde la vendían con grande utilidad.

Volviendo a las particularidades del terremoto, es cierto que algunos días antes que sucediera, se observó mucha escasez en los pozos, que daban antes abundantes aguas, y que éstas como las de la fuente, salían algo turbias, y sin la dulzura que les era natural. Asimismo se notaron en tres distintas noches y a diferentes horas tres grandes exhalaciones que, encendidas en el aire, alumbraron con exceso por largo espacio la circunferencia, llenando de pavor a los que las vieron. Pero aunque estos efectos pudieran ser causados por los materiales contenidos en la tierra, que preparaba el movimiento que después se ha visto, no se hizo sobre ello reflexión alguna, ni menos se consideraron como señal o signo indicativo del terremoto.

Los efectos más particulares que de éste se han notado por este país, son haber quedado en la tierra varias bocas abiertas, de las cuales se mantienen algunas, y otros se han ido cerrando poco a poco, especialmente después que ha llovido. En la Dehesa de Montaniña, término de Bolullos [= Bolullos Par del Condado] se halla una como de veinte varas de circunferencia, que arrojó, a tiempo de abrirse, muchas aguas fétidas y arenas requemadas, que han desconocido los naturales que no sean propias de aquel término.  En la isla de Salte [= Saltes] o de Hércules, a la entrada de la barra de esta villa, y en la confluencia de los ríos Odiel y Tinto, se abrieron dos, tan profundas, que habiendo después inundado el mar aquel paraje, se desaguó por ellas y cerraron presas. En el ángulo del convento de la Rábida [= La Rábida], que hace frente al mar, reventó una columna, o vejiga de aire, abriendo en la tierra una gran boca por la cual vio el Guardián y mucha parte de la Comunidad, que salió un grueso golpe de agua, elevándose más de ocho varas y dejando después muchas arenas y otros materiales.

En el mismo día y noche del terremoto, se percibió sensiblemente olor de azufre o pólvora quemada, de que venía impregnado el aire por todas partes, denotando haber quedado ocupada toda la atmósfera inferior de sus efluvios.

Aunque la ruina de los edificios de esta villa fue tan grande y general como se demuestra en el plan [= estadillo] adjunto, y se reconoce así, por la precisión que ha habido de trasladar los Sagrarios de las dos Parroquias a las ermitas menos lastimadas, como por haber desamparado las religiosas su convento que quedó absolutamente inhabitable, sucediendo quasi lo mismo en los tres de religiosos, fue Dios servido que en tanto estrago perecieran sólo ocho personas, que con las sesenta y seis que se ahogaron en la costa, son setenta y cuatro, los vecinos que en esta calamidad ha perdido el pueblo.

Los ganados hasta la hora presente no han padecido daño alguno por la expresada causa ni por resultas de ellas.

Aunque después del primer terremoto se han reconocido varios movimientos de la tierra, han sido de corta duración  poca fuerza, a reserva de dos, que se dejaron sentir en el día octavo, uno a las tres y otro a las nueve de la mañana, que dieron algún cuidado. Después han continuado otros, también ligeros, lo que hace creer que la tierra aún no ha tomado su asiento, o que no se han extinguido del todo los materiales que causan estas concusiones. El tiempo posterior ha sido de lluvia, con tormentas que corren del Norte al Sur, y descargan sobre el mar; mucha brumazón, nubes gruesas, vientos escasos, hielos y fríos, que todo promete un invierno de muchas aguas.

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