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05 marzo 2016

Mis vivencias con Antonio León Ortega.




Cuando en cualquier tertulia o coloquio, dicen que comente algo o habla sobre Antonio León Ortega, todo lo sintetizo en dos palabras: humildad y sencillez.. Hoy quiero extenderme un poco mas y hablar de mis vivencias junto a este genial Onubense.

En algún momento de mi niñez tuve la ocasión de conocer, aunque solo fuera de vista a Antonio León Ortega, ya a una edad algo avanzada en el colegio, teníamos conocimiento de que habían existido escritores, pintores, escultores, arquitecto, etc, que habían sido importantes por sus obras en la Cultura Universal, pero por regla general todos habían ya fallecido. El hecho de que en Huelva existiera un artista importante, me llamaba la atención sobre manera. En mis correrías de crío por Federico Mayo y Montrocal, me crucé mucha veces con León, sabiendo de su que hacer artístico, siempre le miraba las manos, como queriendo adivinar que tenían de especial para hacer esas obras de arte, alguna que otra vez, las tenia con tiritas o esparadrapos dándome cuenta de lo humano de la persona.

En febrero de 1981 la Junta de Gobierno de la Hermandad de los Estudiantes, tuvo que restaurar la Imagen del Santísimo Cristo de la Sangre y quien mejor para restaurarla que su propio autor. La antigua secretaria de la Hermandad se convirtió, en el taller de la restauración. Todas las mañanas, Antonio León Ortega, se desplazaba para allá para llevar a cabo esta labor. En torno a él, nos reuníamos algunos hermanos que gozábamos de sus sabias y amenas conversaciones. Me hice de todo el valor que pude para pedirle permiso para hacerles fotografías mientras trabajaba en la restauración del Cristo y no me puso ninguna pega, solo me dijo que no le llamara la atención para que mirara a la cámara. De más valor me hice cuando le pedí hacerle una entrevista para el Boletín de la Hermandad, sabia de lo reacción que era a este tipo de cosa, también me lo permitió pero agregando “… porque es para el Boletín de la Hermandad…”. Le pase las preguntas en un folio para que me las contestara en su casa, no le dio tiempo a terminarlas para poder incluirla en el Boletín Especial de Semana Santa de 1981 por lo que me citó para que la terminará en su estudio.

Su taller de la calle Luís Buendía, tenia dos espació bien diferenciados un estudio común donde trabajaban todos y una especie de despacho o estudio privado donde realizaba las partes más sensibles y delicadas de sus obras, en esta estancia tenia una mecedora, creo que de color verde, asiento de enea y cubierto de cojines donde se sentaba para echar una cabezadita, para ver la perspectiva de la obra que estaba realizando o simplemente para descansar, era su mecedora de inspiración y contemplación. Llegó el día de la cita, se acercó a la mecedora, sacudió los cojines le quitó el polvo con la mano y me dijo siéntate ahí dándome el folio donde le había escrito las preguntas, continuamos con la entrevista que terminamos. Me sentí muy feliz y contento por haberla realizado al igual que las fotografías.

Pasó un año y me fui a “La Mili”. Con motivo de la beatificación de Sor Angela de la Cruz por Juan Pablo II, nuestro querido Manolo Villegas propuso la realización de un monumento a esta entrañable beata, propuesta que la Junta de Gobierno aceptó, debido a la vinculación que desde sus primeros momento la Hermandad tuvo con las Hermanas de la Cruz, se pidieron varios presupuestos siendo aceptado el presentado por Antonio León Ortega. Realizó un boceto modelado en barro que serviría para hacer tres imágenes de Sor Angela, una en madera de cedro para El Cerro del Andevalo, otra para Ayamonte y la última la que le había encargado la Hermandad de Los Estudiantes en bronce para colocarla en la plaza Niña, frente al convento de las Hermanas de la Cruz que seria sufragada por suscripción popular y con la ayuda de algunos organismos oficiales.

En los primeros contactos que tuvo la Comisión Pro-Monumento a Sor Angela de la Cruz con él les dijo que se acordaba de mi, de los ratos que echamos en la antigua secretaria mientras restauraba el Cristo, de las conversaciones, de la entrevista, etc. Asombrado por ello estaba ansioso por coger un permiso y venir a verle. Se acordaba de un joven cofrade aprendiz de todo, dandome cuenta de su sencillez,

Una vez terminado el Servicio Militar, pase muchas veces a visitarle, en una de estas visitas tallando la imagen de Sor Angela de la Cruz para El Cerro del Andevalo, en un taco de madera que tenia sobre el banco de trabajo de color rojizo de unos 80 centímetros de largo por unos 30 o 40 de ancho donde se vislumbraba una pequeña peana en la parte inferior y un sombrerete en la superior, dando unos pocos picotazos con la gubia debajo de este sombrerete, esbozó unos ojos y una boca y me dijo: “Juan Carlos, ahí esta Sor Angela, ahora hay que quitarle todo lo que le sobra”. En otra ocasión y ya trabajando sobre el boceto de barro a tamaño natural del monumento que le habíamos encargado, humedeciéndose los dedos y cogiendo una bolita de barro me dijo: “Vas a ser el único testigo de como le sale la verruguita a Sor Angela” y así fue, le puso la volita en la cara le dio unos toques con los dedo y dijo: “Ya está”.

Antonio León Ortega quería que me implicara lo más posible en la realización del monumento, ultimando ya los detalles para enviar el molde a la fundición en Madrid, fuimos a comprar una planchas de foam para forrar interiormente de un gran cajón de madera construido con el fin de ser el embalaje, hable con la fundición por teléfono para ultimar los detalles de fecha y transporte. Un día me emplazó a las seis de la tarde en su taller para meter el molde del monumento en el cajón y ponerles los indicativos para el transporte. El día anterior había comentado en la secretaría de la Hermandad a los miembros Junta de Gobierno, entre ellos Eduardo Sugrañes (periodista de Huelva Información) que ya estaba todo listo para enviar el molde a Madrid. En la mañana del día previsto apareció un periodista de este diario onubense, enviado por Sugrañes para informar de este hecho. No se lo que ocurrió, lo cierto es que cuando llegue al taller a las seis de la tarde, León me echo una  gran bronca, él no quería aparecer ni en la prensa ni en radio ni en televisión,  me quede sin palabras y solo le dije que yo lo había comentado en la Hermandad y a nadie más. León se dio cuenta de que no lo hice a propósito y concluyo: “Vamos hacer lo que tenemos que hacer”, me dio un rotulador se punta gorda de color negro y me dijo: -Hazle los dibujitos ... -¿Los dibujitos …? -Si, la palabras frágil, la silueta de una copa, un paraguas una flecha, ...etc. ... etc. ... Ahí me vi yo haciendo “Los dibujitos” a mano alzada valiéndome de alguno objetos como una regla, la tapadera de una lata de pintura, etc. Yo pensaba que le íbamos a poner unas pegatinas o hacer las siluetas con plantillas.

A León, no le importaba que escribiera sobre él, es más creo quería que escribiera sobre él, nunca supe la razón. El Sabia que escribía en el Boletin Informativo Cristo de la Sangre que evidentemente no era un medio de comunicación que llegara a grandes masas de público. Como todo buen artista era defensor de su estilo y quería que se conociera y permaneciera en el tiempo. Pero era poco amante de hacerse, publicidad. Así lo puso de manifiesto en una conversación con su hijo Antonio, donde este le
reprochaba que nos se había preocupado por dar a conocer su obra ni su estilo. Le contestó: “... Yo, hago mi trabajo, el tuyo es darlo a conocer ...”.

Pasó en tiempo y a finales de 1985, León enfermó, siendo ingresado en el hospital provincial de Huelva. Yo quise ir a verlo pero no me atreví. Una tarde de mayo de 1986, estaba con mi amigo y hermano en el Cristo de la Sangre, Juan Antonio Riquelme, trabajando en la remodelación de la vivienda que hoy es nuestra casa de Hermandad y le comente que como estaría León y me dijo que le había ido a ver a su casa, le dije que a mi también me gustaría ir a verle, dejamos lo que estábamos haciendo nos fuimos para casa para asearnos y al poco tiempo estábamos en su portal, pulsamos en el portero y sin ninguna pega nos abrieron la puerta al entrar en la habitación, León levantó la mano izquierda, con más o menos ímpetu, se alegró de vernos , a este visitas le siguieron muchas otras y en una de ellas me dijo que yo serviría como modelo para San José.  ¿Qué vio León en mi para decirme eso? Desde muy joven he tenido barba pero sé que Antonio trabajaba con modelo pero del modelo solo tomaba detalle.

Antonio, siempre vio en mi algo bueno y noble, a estas altura de mi vida no se si es así y no se si le habré defraudado, cuestión esta que siempre me ha preocupado, León era un hombre a tomar como modelo al igual que él tomo como modelo a San Francisco de Asís. Todas estas vivencias fueron poco a poco y a lo largo de mi amistad con él, despertando en mi una gran admiración hacia su persona, Cuanto mas tiempo pasaba, más y más le admiraba y así hasta nuestros días.

En la mañana del 9 de enero de 1991 regresaba a casa después de una larga noche de trabajo, mi padre me comunico la noticia de que León había muerto, me acosté para descansar, pero no pude dormir y me puse a escribirle una carta a modo de conversación. Desde hacia ya tiempo, no había pasado a verle. A primera hora de la tarde fui al antiguo matadero, reconvertido en la escuela de arte, “Antonio León Ortega”, allí se había instalado la capilla de su velatorio. Su ultimo traje un hábito franciscano, su misa de Córpore Insepulto en la parroquia de San Sebastián a los pies del Cristo de La Sangre y su ultima morada en esta Vida Terrena el cementerio de la Soledad.

Siempre lo tendré en mi recuerdos. Sirvan de homenaje las palabras que le dediqué pocos días después de su muerte en La Exaltación Mariana a la Virgen del Valle:


Un especial y emocionada recuerdo para
Antonio León Ortega
que si en la Tierra a golpe de gubia
labraba la madera
sabiendo de sencillez humildad y paciencia,
hoy en la Carpintería Celestial
de José, se encuentra.

Imposible será calcular las puntadas
para tallarlas,
como imposible será calcular
las oraciones que a través de sus imágenes
te han llegado, Señora.

Cada golpe un corazón abierto,
cada pincelada un beso.

08 diciembre 2012

Antonio León Ortega


Si el ilustre imaginero estuviera entre nosotros, tal día como hoy, hubiera cumplido 105 años.  Sus ojos vieron por primera vez la luz del día,  un 7 de diciembre de 1907 en Ayamonte, un 29 de septiembre de 1985, cayo victima de la enfermedad, un derrame cerebral (A.V.C.), con el que estuvo luchando hasta el 9 de enero de 1991.

Antonio León Ortega, se consagró como imaginero, después de la guerra civil española, la mayor parte de las Imágenes Sagradas habían sido destruidas e hizo falta un imaginero para volverla a hacer, este imaginero fue Antonio León Ortega y siguió tallándolas hasta pocos años antes de su muerte.

Realizó sus estudios básicos en la escuela de Los Padres Paules de su ciudad natal, una vez terminado estos estudios comenzó ayudar a su padre en las labores propias del campo en la finca donde este trabajaba como encargado. Una de esta muchas labores era el pastoreo, en las largas jornadas se entretenía tallando en raíces de adelfas con una navaja, cabras, vacas y cuantos animales tenia a su alrededor, naciendo así su  vocación de artista. Entre 1926 y 1934 se formó en las Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Toma contacto y estudia toda la Imaginaria española de los siglos XVI, XVII y XVIII a igual que los grandes maestros: Alonso Berruguete, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Martínez Montañés, Juan de Mesa, etc. Del la Escuela Castellana de Imaginería toma la sencillez de las líneas y de la Escuela Andaluza, el Barroquismo, con esta formación crea su propio estilo imaginero: "Imágenes anatómicamente perfectas  huyendo de toda dureza y rigidez en el modelado de las musculaturas y formas anatómicas". 


Por su proximidad a San Francisco de Asís pidió ser enterrado con un hábito franciscano, su capilla ardiente, la escuela de arte que lleva su nombre, en el antiguo matadero, su despedida de esta vida terrena a los pies de el Santísimo Cristo de la Sangre, en la parroquia del Santo Patrón, San Sebastián, su ultima morada, el cementerio de la Soledad.

Si algún enemigo en vida tuvo El Antonio León Ortega artista, fue El Antonio León Ortega persona, no porque existiera un enfrentamiento o lucha interna entre ambas manifestaciones de la personalidad si no porque la persona era tan fuera de serie por su sencillez y humildad que eclipsaba al artista. En principio siempre hemos admirado a Antonio León Ortega por la maestría de sus manos al tallar las imágenes,  cuando nos hemos acercado  más a él, nos ha hechizado con sus palabras, con su forma de ser, tan llenas de virtudes. El era feliz con su profesión de escultor e imaginero. Vivía con su sueldo de profesor en la escuela de arte que por aquel entonces se encontraba en el antiguo edificio de la Sección Femenina.

El murió como vivió, en silencio, sin hacer ruido, pero la cultura de la sociedad onubense le quiso rendir un homenaje y se montó la capilla ardiente en la escuela de artes y oficios "Antonio León Ortega. Si es verdad que existe un Cielo, hoy se encontrará en la Carpintería Celestial de José.
     

15 noviembre 2012

Entrevista a Antonio León Ortega



 Reproducción de la portada de la separata de la entrevista








En febrero de 1.981, El Santísimo Cristo de la Sangre fue restaurado por el insigne Escultor e Imaginero, Antonio León Ortega. La redacción del boletín informativo de la hermandad de los Estudiantes de Huelva aprovecho esta circunstancia para realizarle una entrevista y reportaje gráfico. La entrevista se reproduce a continuación, las imágenes no las reproduzco ya que no se si podrían herir la sensibilidad de algunas personas.  
                                                         



o-o-o-o

Semanas atrás al entrar en la parroquia de San Sebastián, observábamos un gran vacío en el Altar Mayor, veíamos la Cruz del Cristo de la Sangre, sin Nuestro Amado Titular, y nos preguntábamos: ¿Dónde esta el Cristo de la Sangre?

Nuestro Titular estaba siendo restaurado de una serie de grietas que presentaba, en el pecho, cuello y axilas principalmente, además de hendiduras extendidas por el cuerpo y sudario.

La secretaría de nuestra hermandad, se convirtió durante tres semanas en techo y hospital de nuestra advocación.


Antonio León Ortega, escultor e imaginero que creara la imagen del Cristo de la Sangre en el año 1.949 y que más tarde en el año 1.956, realizara la imagen de la Virgen del Valle, ha sido el encargado de restaurarla; hecho que ha aprovechado la redacción del Boletín informativo “Cristo de la Sangre”, para entrevistarlo debido a la importancia de este artista en la Semana Santa de Huelva.

Antonio ¿Cuánto tiempo dedicado a la imaginaría?
Mi primer trabajo como imaginero fue en el año treinta y siete, fue la restauración del Cristo yacente de San Francisco en Ayamonte, obra probable- mente, del siglo XVI.

¿Dónde nació el escultor?
Después del salir de la escuela de los Padres Paules de Ayamonte de aprender lo ele-mental las cuatro reglas y algo más, empecé a cuidar unas cabritas que tenía, para ayudar a mi padre en las faenas del campo. Un día cualquiera, se me ocurrió, hacer en corcho primero y después en madera, la representación de una de las cabritas. Ese día, nació el escultor.

¿Y como imaginero?
Un viernes Santo, fue por la mañana, cuando volvía de la Villa después de la rifa de Padre Jesús, al pasar por delante de la iglesia de San Francisco, me encontré, sin esperarlo, con el paso del Cristo Crucificado, este Cristo era muy delgado, el sudario de tisú de plata, encima de la madera el pelo natural, Todo esto unido a la brisa fría que venía del Guardiana y al estado emocional después de una noche sin dormir, hizo que aquel espectáculo me pareciera como una aparición o una revelación. Me prometí, delante del Santo Cristo, intentar copiar en madera el pasito de este Cristo, cuya talla hice después. Había nacido el imaginero, tenía diecisiete años.

¿Tiene antecedentes como artista en su familia? ¿Quién le sucederá en su labor artística? ¿Sus hijos o nietos, quizás?
No tengo ningún antecedente en mi familia, como artista, ni se quién me sucederá en esta labor, pero la semilla ya está echada y cualquiera de mis alumnos o aprendices que he tenido, me sucederán, ahora mismo tengo dos que trabajan muy bien y que continuarán.

¿Cuántos Cristos crucificados ha realizad? ¿Fue el Cristo de la Sangre uno de los primeros?
Pues habré realizado, aproximadamente unos cincuenta, entre pequeños, para cabecera y para pequeños y de tamaño natural, a escala natural habré hecho unos ocho o diez crucificados. Si, el Cristo de la Sangre fue uno de los primeros, de mi primera época como imaginero.

¿Por qué, el Cristo de la Sangre, al morir inclina la cabeza a la izquierda?
Cuando empiezo una figu- ra de Cristo me planteo el que sea distinta a los hecho anterior- mente por mí, pues no tengo un modelo fijo, ese fue el motivo de ponerle la cabeza caída hacia el lado izquierda, después ideé hacerlo fino y espiritual.

¿Qué diría usted, como imaginero del Cristo de la Sangre?
Es un Cristo devoto, sentido; es un Cristo que tiene el rostro descansado después de mucho sufrir, es un Cristo que invita a la oración; que es lo que pretende el imaginero.

¿Qué sentimiento le produce, el restaurar una imagen que usted realizara hace ya algunos años?
Es un sentimiento muy especial, lo primero que se me ocurre es dar gracias a Dios y después una emoción especial, luego lo examinas y piensas como lo podías mejorar, o bien te das cuenta que está más conseguido de lo que uno creía.

¿Qué significa la Virgen del Valle dentro de su obra?
La Virgen del Valle cada año que pasa me gusta más, no es la que más sentí cuando la hice. Cuando uno se pone a tallar pone la mayor ilusión, luego sale mejor o peor. Su expresión ascética se puede semejar más a la Escuela Castellana de Imaginería, está en un línea más expresiva.

¿Qué Imágenes de la Semana Santa Onubense ha realizado?
El ochenta por ciento.

En San Pedro:
El Cristo de la Burrita, la Virgen de los Ángeles, el grupo del Descendimiento, la Virgen de la Soledad y la Virgen de las Angustias del Santo Entierro.
En San Sebastián
Las dos Hermandades.
En el Corazón de Jesús: 
La Virgen del Amor, El Cristo de la Cena, La virgen del Rosario, El Cristo de la Humildad, la figura de Herodes de esta misma hermandad.
En la Concepción: 
El ángel de la Oración en el huerto, la Virgen de la Soledad que la arreglé, me entregaron una cabe-za y la convertí en Dolorosa. También he hecho otras Imágenes en colaboración con otros artistas.

¿Le está dando mucho trabajo la restauración del Cristo de la Sangre?
No, ya que solo está deteriorada la encarnadura y además no hay que tocar el rostro.

¿Qué Imágenes de Cristo y Virgen destacaría usted en su obra? Y ¿Qué otras Imágenes?
Hay que pensar en cual es la que le gusta más al publico y cual es la que le gusta más al escultor, que no tiene por que ser la misma.
Yo destacaría, en Vírgenes: la del Amor, La de los Ángeles y Las Angustias del Santo Entierro
En Cristo: El de la Sangre, El que tengo en el altar mayor de la Concepción, El Cristo del grupo del Descendimiento y el Cristo del regazo de la Virgen de las Angustias.
Otras figuras: el ángel de la Oración en el Huerto y un Cristo Cautivo en la parroquia de Beas.

Dígame alguna anécdota de su vida como imaginero.
He tenido muchas anecdo-tas en mi vida como imaginero de momento voy a contar una que me ocurrió al volver de lepe en el tren, había ido yo a entregar una Imagen de la Borriquita y cuando volvía en el mismo tren, había dos jóvenes que empezaron a discutir entre ellos, que si la Borriquita era una mulita o una burrita, entonces uno me ofreció un cigarro y me preguntaron, si yo había visto a la Borriquita y que opinaba. Haciéndome cargo de la situación y deseando que me dejaran tranquilo, les dije que no la había visto. Había estado, tres o cuatro meses seguido sin dejar de trabajar en ella.

Antonio, muchas gracias por este tiempo que nos ha dedicado y si alguna vez he sido pesado, ruego que me perdone ya que ha sido por la admiración que siento a su persona, y pienso que todos los cofrades Onubense de igual forma la sienten.

Nada hombre lo he pasado muy bien con ustedes trabajando en vuestra secretaria y os habéis portado muy bien conmigo.
Antonio León Ortega por Antonio Brunt.

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Estas son la palabra sencillas de un hombre que lo es, de un hombre que ha creado la mayoría de las Imágenes de nuestra Semana Mayor y que fuera de toda pasión ha sabido llegar al corazón de todos aquellos que lo contemplamos en su que hacer artístico, en la restauración del Cristo de la Sangre, de un hombre que supo sonreír cuando le importunábamos haciéndole preguntas admiradas sobre él y su obra, importunándole haciendo fotografías, porque queríamos que este hecho, pasara a la historia de la Hermandad.

De un hombre que no le gustan las entrevistas pero que, quizás, sensibilizado por nuestro sano querer saber, nos otorgó este gran privilegio para nosotros: La Hermandad de los Estudiantes, en simbólica representación de todas las hermandades de nuestra Semana Santa.


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